Si tienes gatos en casa, debes saber que estos son animales territoriales y extremadamente sensibles a cualquier tipo de cambio en su entorno. Al igual que las personas, los gatos pueden verse aquejados por el estrés, sobre todo, si ocurre algo que altere su equilibrio y puedan considerar como una amenaza y llegan a volverse agresivos o desarrollar una patología.
Si tenemos el conocimiento y las herramientas, podemos controlar esta situación a tiempo y tomar las medidas oportunas. Aquí te contamos todo lo que tienes que saber para poder reconocer las señales y así poder ayudar a tu felino.
¿Qué puede provocarle estrés a un gato?
El ambiente que creamos las personas influye en nuestro gato, el estrés es la reacción general del organismo ante una situación que amenaza la estabilidad y el control de su entorno. Se trata de un mecanismo de defensa y de una respuesta adaptativa que permite la supervivencia ante situaciones que el animal considera de peligro. Algunas situaciones que pueden detonar este mecanismo son las mudanzas, las salidas al veterinario, los cambios en el hogar, ruidos fuertes o las personas y animales nuevos.
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¿Cómo lo manifiestan?
A pesar de que hay gatos capaces de gestionar muy bien el estrés, para otros supone un trastorno que debe ser tratado con rapidez para evitar problemas futuros. Si observas alguno de estos síntomas en tu felino, es una señal para que contactes a tu veterinario y te asesores rápidamente para resolver el problema:
- Aparición de enfermedades: En momentos de estrés se liberan múltiples hormonas que interfieren en el correcto funcionamiento de su sistema inmunológico, por lo que puede contraer patologías autoinmunes.
- Aumento de la agresividad y la ansiedad: Si bufa, muerde, araña o se le eriza el pelo del lomo mucho más antes, es probable que el gato esté estresado ante una determinada situación. Asimismo, puede manifestar ansiedad si no quiere relacionarse con las personas u observamos en él conductas de autoagresión, como un lamido excesivo.
- Trastornos alimentarios: La pérdida del apetito es otra de las señales evidentes de que tu felino sufre estrés. Aunque también lo es si come compulsivamente y no tolera la comida, provocando después el vómito.
- Marcaje del territorio: El estrés se genera porque el animal siente que ha perdido el control sobre su territorio, por lo que rápidamente volverá a proceder a su marcaje. Algo que consiguen arañando zonas visibles de la casa, dado que a través de las almohadillas de sus patas desprenden feromonas, sustancias químicas que solo pueden percibir otros gatos. Otra manera de volver a «conquistar» lo que es suyo es hacer sus necesidades fuera del arenero.
¿Cómo ayudarles a reducir el estrés y evitarlo?
Para evitar que un gato se estrese hay que intentar tener una relación sana y equilibrada con él. Lo primordial es que se críen adecuadamente, pasando al menos tres meses con su madre y sus hermanos cuando son cachorros antes de adoptarlos.
El estrés puede también provocar cambios en la conducta de los gatos, como cuando se producen episodios de ansiedad en las personas, por ejemplo. Ante estas situaciones conviene actuar cuanto antes. Lo más recomendable es acudir al veterinario para que pueda diagnosticar su caso y ponerle el tratamiento adecuado. También puedes optar por algo más casero, como proporcionarles un rascador de cuerda para que pueda arañarlo y desahogarse en cierta medida con él.
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