Bañar a un gato puede resultar, en muchas ocasiones, toda una aventura. Y es que generalmente estos animales no son muy amigos del agua. Sin embargo, es importante proporcionarles una buena higiene.
Es cierto que los gatos por su naturaleza viven obsesionados con lavarse a todas horas, pero en no pocas ocasiones conviene echarles una mano, sobre todo si se trata de un ejemplar de pelo largo, mayor, que padece alguna enfermedad que le impida bañarse por sí mismo… o bien si algún humano que le rodea sufre de alergias.
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Pasos a seguir
- Coloca una alfombra de goma en la bañera: tu gato se sentirá mucho más seguro si no se resbala.
- Prepara el champú y/o acondicionador adecuado para tu mascota: hay que tener en cuenta que no todas las razas ni tipos de cabello requieren los mismos cuidados, por ello es necesario disponer de los productos adecuados. NUNCA utilizar productos para humanos porque son demasiado fuertes para los animales y podrían ocasionarle problemas en la piel.
- Mete al gato en la bañera, pero antes de abrir el agua cepíllalo para eliminar el pelo muerto y desenredar los nudos que pueda tener.
- Retira el pelo caído en la bañera.
- Aplica una gota de aceite mineral en la esquina de cada ojo de tu gato para evitar que le entre jabón.
- Coloca unas bolitas de algodón en sus oídos para impedir la entrada del agua, eso sí, no los introduzcas muy adentro porque podrías hacerle daño o tener problemas para sacarlos después.
- Abre el agua y regúlala para que esté templada (unos 38ºC).
- Con suavidad ves mojando a tu gato asegurándote de que el agua llega a todos los rincones de su cuerpo, exceptuando la cara porque el agua caliente puede crear infección en sus ojos y oídos y además los gatitos odian que les mojen la cara.
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- Si ves que el animal se está poniendo nervioso y agresivo, sácalo de la bañera, sécalo con una toalla, y deja que se marche. Vuelve a intentarlo en una o dos semanas.
- Si tu gato, por el contrario, no presenta signos de estrés, sigue adelante con el baño.
- Aplica un poquito de champú en una toalla mojada, y con ella lava cuidadosamente la cara de tu gato, procurando no tocar la zona de los ojos ni los oídos.
- Con otra toalla mojada, pero sin jabón, aclara la cara de tu mascota.
- Aplica champú en el resto del cuerpo del gato, y frótalo con cariño para lavar su cuerpecito. Y no olvides en insistir en el ano y la cola.
- Con la alcachofa de la ducha, ves aclarando a tu gato, ayudándote de pequeños masajes con una de tus manos. Asegúrate de que no quedan restos de jabón en su pelaje, ya que el champú puede resecarles mucho la piel. Recuerda no mojar la cara de tu mascota.
- Sécalo:
Pelo corto: se puede secar con una toalla, frotándolo suavemente hasta que quede completamente seco.
Pelo largo:
-Sécalo con una toalla, hasta que quede húmedo, no mojado.
-Péinalo para evitar enredos.
-Usa un secador a velocidad mínima y a temperatura media para un acabado perfecto (este paso solo debe realizarse si el gato lo tolera). - Asegúrate de que el gato no sale inmediatamente al exterior o se expone a corrientes. Procura que esté en un lugar seco y calentito, al menos un par de horas, para evitar que se resfríe.
Datos relevantes
- Lo ideal sería comenzar con la rutina del baño cuando el gatito es un bebé. De esta forma conseguiremos que entienda ese momento como algo normal incorporado en su vida, no como un acontecimiento extraordinario y extraño que le causa miedo. Hay que familiarizarlo con el agua.
- Algunos gatos toleran que para aclararlos utilices un spray con agua. Si es así aprovéchalo, ya que te facilitará la tarea. Eso sí, no rocíes la cara de tu mascota con él.
- En el secado, la boca del secador no debe apuntar directamente al gato, ya que puedes producirle quemaduras si el aire sale muy caliente. Lo ideal es orientar la salida del aire contra el nacimiento del pelo, empezando por el torso del animal. Después te centras en las patas y el cuello (también sin enfocar el aire directamente), y finalmente seca la cola, el estómago y las patas traseras (si tu gato se deja).
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